Friday, October 30, 2015

Una amenaza cumplida





 Por Vladimir Turró
Periodista Independiente
vladimirturro@gmail.com
La Habana. Aún no habían pasado veinticuatro horas de que la policía política advirtiera a mi esposa de que me propinarían una golpiza por haber participado en la protesta llevada a cabo el día 22 de octubre frente a la sede de la Fiscalía General de la República, y ya se cumplía la amenaza en las manos del oficial Camilo y su compinche Herminio.
Característico de pandilleros cobardes, se arrojaron violentamente sobre mí en las afueras del Centro comercial 5ta y 42 en el municipio Playa, la tarde del día 23, y mientras uno me esposaba, el otro me aplicaba una llave de estrangulamiento, llevándome al borde del desmayo, repitiéndome una y otra vez: “tú no vas a gritar más en ninguna institución”
“Dale por el brazo malo” eran las indicaciones dadas por Camilo a Herminio, refiriéndose a mi brazo izquierdo, el cual presenta un desgarramiento muscular  causado por una de esas golpizas que el mismo me habría propinado en el pasado.
Todo parece indicar que no quedaban complacidos, a pesar, de mis gritos de dolor, por lo que comenzaron a darme fuertes golpes en el área de la columna vertebral, hasta que se cansaron.
Muchas personas presenciaban el espectáculo de horror, pero nadie opinaba, quizás, temían correr la misma suerte. Ante la gran acumulación de espectadores, me sacaron corriendo del lugar y me lanzaron como si fuera un saco de papas en un auto lada color verde con matrícula particular, luego se me sentaron encima y me jorobaron los pies hacia adentro, a punto de partirlos, para cerrar la puerta trasera.
En cuestiones de minutos, llegamos a la unidad policial del propio municipio donde, después de despojarme de todas mis pertenencias, me tiraron en uno de sus calabozos.
En la madrugada del día 24, me trasladaron a la unidad de la policía del municipio Lisa, donde permanecí, junto a otros activistas participantes en la marcha, hasta que amaneció, siendo todos llevados hacia la unidad de la policía de Alta Habana, donde fuimos instruidos por desorden público y tirados en una oficina abandonada con condiciones higiénicas extremadamente malas.
Al día siguiente, en el horario de la tarde, nos llevaron para la unidad de Boyeros, permaneciendo allí hasta el día 26 en la tarde, donde luego de ser multado con 1500 pesos por manifestarnos ilegalmente, fuimos liberados. 





Friday, October 16, 2015

Jóvenes son procesados por tribunales sin garantías judiciales

Por Vladimir Turró Páez

Periodista Independiente

vladimirturro@gmail.com

La Habana. Unos diez jóvenes son arrestados diariamente por venta ilícita, en el municipio Playa, y presentados ante los  tribunales sin las debidas garantías para un proceso justo e imparcial

Según la información brindada por una fuente que no quiso ser identificada Junior Martínez Remón, Antonio Castillo Echevarría y Eagle Laforte Vidiaux, fueron arrestados en el mes de septiembre en los alrededores del Centro Comercial 5ta y 42 ubicado en el barrio de  Miramar y llevados a juicio dos días después de su arresto, siendo sentenciados a un año de privación de libertad a pesar de no tener pruebas en su contra

‘’Todo fue un proceso amañado ya que ni a la familia le avisaron’’ indicó la fuente

En el juicio se pudo presenciar claramente la falta de derechos cuenta la fuente, ya que estos no fueron defendidos por ningún abogado. Además, sus familiares  fueron engañados por la policía en la 5ta unidad, ya que cuando fueron a averiguar por la situación de los mismos los instructores a cargo del caso, les informaron que el juicio demoraría llevándolo a cabo en silencio
Junior, Antonio, y Eagle se dedicaban a la venta de artículos de descanso en el hogar, pero los mismos en el momento de su arresto solo proponían sus ofertas ya que los artículos eran llevados a domicilio luego de que el cliente aceptara comprarlos después de verlos por fotos que estos le mostraban


Hace más de un mes los mismos se encuentran recluidos en la prisión de Valle Grande, al oeste de la Habana, luego de ser sentenciados por el delito de desobediencia a la autoridad a pesar de que solo trataban de ganarse la vida para alimentar a sus pequeños hijos